Historia

"Una bella historia de amor o Biografía de un sueño"

SEÑORAS MADRES DE FAMILIA, SEÑORES PADRES DE FAMILIA. .Bienvenidos a escuchar una bella historia de amor, es la biografía de un sueño, la vida del COLEGIO NUESTRA MADRE DE LA MERCED de Quito, este nació en 1943. Gobernaba el Presidente Arroyo del Río, la capital, era todavía una sanfranciscana ciudad, en enero del mismo año llegaron desde Manabí Madre María del Espíritu Santo Cama y la Hermana Javier Sobirous. También desde el Perú llegaron Madre Sacramento de Santiago, Madre Rosario García y la Hna. Esperanza Aguilera todas se unieron en un solo puño, en un puño de fortaleza alrededor de un bello sueño de amor, de amor liberador, fundar una casa de Noviciado y mantener un Centro Educativo que vaya de acuerdo con las necesidades de aquella época políticamente agitada y espiritualmente no tan fortalecida. Las cinco religiosas fueron recibidas con entusiasmo y optimismo por sus hermanos los padres mercedarios y un buen número de señoras cristianas de la sociedad quiteña.

Oración a Nuestra Madre de la Merced

Oh Señora mía, oh Madre mía de la Merced
Yo me ofrezco todo a ti
Y en prueba de mi filial afecto,
Os consagro en este día
Mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón
En una sola palabra, todo mi ser
Ya que soy toda tuya, oh Madre de Bondad
Guárdame y defiéndeme
Como hija y posesión tuya
Amen

Historia de la Virgen de la Merced

Historia de la Virgen de la Merced

 La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de la Merced, es una de las advocaciones marianas de la Bienaventurada Virgen María. Se la llama también “Generala de los Ejércitos Celestiales, la Mujer Vestida de Sol y la Reina de la Paz”. Es la advocación de la Santísima Virgen que, desde 1218, libera, consuela, y protege, a todos los que están presos, a todos los cautivos en el más amplio sentido de la palabra. Su fiesta patronal se celebra el día 24 de septiembre.

El culto a la Santísima Virgen hunde sus raíces en los primeros siglos del cristianismo con San Pedro Nolasco. En la primera mitad del siglo XIII, comienza a invocarse a la Santísima Virgen bajo el conocidísimo título “de la Merced”. Santa María de la Merced es ciertamente una invocación antigua, pero siempre nueva y actual, porque  expresa un aspecto esencial del misterio de María, evocando su presencia maternal y misericordiosa a favor de los fieles cristianos “que se hallan en peligros y ansiedad, para que, rotas las cadenas de toda opresión, alcancen la plena libertad del cuerpo y del espíritu”.

Venerar a la Virgen, bajo el título de la Merced, es lo mismo que recurrir a ella como madre de misericordia a favor de aquellos que son los más marginados de la sociedad. “Merced” en la edad media es sinónimo de misericordia, piedad o compasión, ejercida para con aquellos que se hallan privados de libertad y en peligro de perder su fe cristiana. La misericordia mercedaria es efectiva y afectiva, no humilla a la persona, sino, por el contrario la redime y libera, la dignifica. De esta misericordia está necesitado el mundo actual.

Desde el año 1259 los Padres Mercedarios empezaron a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced la cual está muy extendida por el mundo.

Recordemos que a quienes ayudan a los presos les dirá Cristo en el día del Juicio: «Estuve preso y me ayudaste. Todo el bien que le hiciste a los demás, aunque sea a los más humildes, a Mí me lo hiciste»(Mat. 25, 40).

La Virgen de la Merced en el Ecuador

La presencia de la Virgen María con el título de La Merced, acompaña la vida de nuestros pueblos que, según la tradición, la encontraron en la Isla de La Plata, frente a las costas de Manabí, constituyéndose así en la primera Imagen y devoción en el Reino de Quito y en la Real Audiencia.

EN LOS ALBORES DE LA LIBERTAD

Momento trascendente en la vida de nuestro país fue la Batalla de Pichincha, el 24 de Mayo de 1822, cuando el Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, pide la protección a la Madre de Dios, la Virgen María de La Merced, para alcanzar la libertad de nuestro pueblo y le ofrece la espada libertaria, promesa  que la cumple trasladando la sagrada imagen desde su templo a la Iglesia Catedral de Quito, donde pone en sus manos la Espada de la Libertad.

Por ello Las Fuerzas Armadas del Ecuador celebran, en mayo de cada año, el tradicional Tedeum o Misa de Acción de Gracias, como un acto de solemne espiritualidad y reflexión católica para conmemorar el aniversario de la Batalla de Pichincha del 24 de Mayo de 1822 y el Día Clásico de las Fuerzas Armadas.

EN LA VIDA REPUBLICANA

En 1860, Guayaquil es invadida por el vecino del sur y serán las tropas de Gabriel García Moreno, animadas por el General Juan José Flores, quienes enfrentan la batalla en la sabana del puerto principal, alcanzando la victoria un 24 de septiembre, fiesta de La Madre de La Merced, y como los jefes de la guerra habían invocado la mediación de María Santísima,  proclamaron a Nuestra Señora de la Merced “Reina, Patrona y Abogada del Ecuador y de sus Armas”.

El 22 de abril de 1861, siendo presidente de la Convención el general Juan José Flores, la Asamblea Legislativa expidió el Decreto que reconoce a la Virgen de La Merced como Patrona y Protectora Especial de la República y de las FF.AA. Finalmente, la Junta Militar de Gobierno de 1963, proclama a Nuestra Señora de La Merced, mediante Decreto Ejecutivo: Patrona y Generalísima de las Fuerzas Armadas.

El Papa Pío XII la proclamó Patrona Especial de Guayaquil, ordenando su    coronación el 14 de septiembre de 1947. Afianzándose particularmente nuestra devoción a la Virgen de la Merced, en las provincias del Litoral ecuatoriano, dada que la evangelización de éstos pueblos fue iniciada por los misioneros mercenarios, que desde la Isla Puná recorrían toda la costa, el Papa Pablo VI, el 3 de enero de 1970 declaró “a la Santísima Virgen María de la Merced, Patrona principal de todas las Diócesis del Litoral ecuatoriano”.

Por último el Papa Juan Pablo II, la declara como Patrona y protectora de las cárceles del Ecuador.

La Virgen de la Merced en el Presente

La advocación a María de la Merced es la primera que hubo en Quito y los conquistadores, al repartir los terrenos, asignaron también a esta imagen, reconociéndola como Fundadora, Vecina Patrona y Protectora de la cuidad. Nuestra Madre es nombrada Patrona y protectora especial de la ciudad de Quito contra los terremotos. Posteriormente es nombrada Patrona y Generalísima de las Fuerzas Armadas. Patrona y Protectora especial de la República del Ecuador. Patrona Principal de la Arquidiócesis de Guayaquil. Patrona y Protectora de las cárceles del Ecuador y por último el Papa Francisco la declara como Madre de la Misericordia.

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